(AW) El jueves pasado las Madres de
Plaza de Mayo-Línea Fundadora hicieron su habitual ronda alrededor de la
pirámide y luego marcharon hacia la Casa Rosada para entregar una nota
con un pedido de audiencia a la presidenta de la Nación. El objetivo se
cumplió pero en un contexto autoritario de un gobierno que se promociona
defensor de los derechos humanos.
Liliana Giambelluca (Especial para Agencia Walsh)
Aborígenes, militantes de organizaciones de pueblos originarios y de
derechos humanos se sumaron a la convocatoria de Madres de Plaza de
Mayo-Línea Fundadora y organismos defensores de derechos humanos para
acompañar la ronda de las Madres y luego entregar una nota en la Casa de
Gobierno.
La nota pedía una audiencia a Cristina Fernández para tratar temas
referidos a los pueblos originarios que se modificarán en la reforma del
Código Civil y la situación de la comunidad qom Potae Napocna Navogoh
(La Primavera), de Formosa.
La cita fue pasado el mediodía, en un espacio cargado de simbolismo y
emociones para los presentes: el "acampe qom". Ya no más Plazoleta
Cervantes desde que Félix Díaz y sus hermanos acamparon en 2010, con el
fin de que la jefa de Estado los recibiera para abordar sus
problemáticas y solicitarle que les devuelvan sus tierras ancestrales.
Se formaron pequeños grupos que conversaban bajo un cálido sol,
mientras se esperaba la llegada de amigos que habían sido invitados.
Nora de Cortiñas llegó de a pie por Avenida de Mayo. Cruzó la calle
de prisa y algo agitada se sentó en un banco. Se unieron a ella los
demás representantes que firmaron la nota del pedido de audiencia:
Miriam Liempe (Área de Relación con los Pueblos Originarios de la CTA),
Aldo Etchegoyen (APDH Nacional) y Pablo Pimentel (APDH La Matanza).
Pasadas las 15 comenzó la caminata hacia Plaza de Mayo. Los
acompañantes portaban carteles que los identificaban, wiphalas y
marchaban con un espíritu alegre pero sereno. En silencio y con paso
firme se llegó a la histórica Plaza donde esperaban otras Madres de
Línea Fundadora.
Comenzó la ronda alrededor de la pirámide. Una más desde hace 35
años. Las Madres llevaban pancartas con fotos de sus hijos desaparecidos
y manifestaban sus consignas: "Treinta mil detenidos desaparecidos:
¡Presente! ¡Ahora y siempre!". "Aparición con vida de Jorge Julio López,
de Luciano Arruga y de todos los desaparecidos durante los años de
gobiernos constitucionales ¡Ya!".
También se sumaron las voces originarias que exclamaban "¡Jaillalla!" y "¡Marichiweu!" mientras agitaban sus wiphalas.
La marcha se detuvo. Nora de Cortiñas tomó un megáfono y dirigió unas
palabras. Recordó que era el Día Internacional Contra la Desaparición
Forzada de Personas y agradeció la presencia de los grupos solidarios
presentes, de los representantes del IMPA la fábrica, de los
trabajadores portuarios de pie, del hospital francés y del obrero de la
construcción Carlos Olivera, "que estuvo preso, acusado por el canalla
de Gerardo Martínez y ayer terminó su arresto domiciliario". Fue la
primera salida pública de Olivera (ver crónica aparte).
Finalmente, la Madre referente de Línea Fundadora explicó los motivos
de la nota que se estaba por entregar. Mencionó la difícil situación
que vive el qarashe Félix Díaz y su comunidad, y pidió a los presentes
que continúen acompañando la lucha del representante qom "porque es
nuestro hermano y merece que la presidenta de la República escuche cómo
viven y la vida que él está pasando".
"ACÁ EL TROSKISMO NO TIENE LUGAR"
Cuando se ingresó a la Plaza, la Asociación Madres de Plaza de Mayo
-liderada por Hebe de Bonafini- ya había instalada una carpa y colocado
sus banderas en las rejas de la pirámide. También estaba dispuesto un
equipo de sonido con potentes parlantes y un micrófono.
Poco después se detuvo una combi en la vereda y descendió Bonafini.
Saludó a su grupo, tomó el micrófono y sin más comenzó su discurso,
justamente cuando por su lado pasaba la ronda de las Madres-Línea
Fundadora.
"Esta es la plaza de Néstor y de Cristina" -fue la primera frase de
Hebe-. La plaza "conquistada para nuestros hijos, para los
revolucionarios que dieron la vida".
Las voces que exclamaban "¡Jaillalla!", "¡Marichiweu!" y "Treinta mil desaparecidos, presente", callaron.
Hebe continuó: "Ahora es más fácil venir a protestar cuando está todo
conquistado, todos tenemos derecho a protestar pero la verdad que lo
más importante es que los que protestamos tengamos coraje de hacer.
Protesta con propuesta, sino sólo es troskismo y acá el troskismo no
tiene lugar. Por lo menos las Madres no le damos lugar". Los aplausos y
ovaciones permitieron un respiro a la vehemente oradora.
"Nosotros le damos lugar a los que luchan -prosiguió-, a los que
construyen la patria porque si no es muy fácil todo". Su pasión
discursiva redobló la apuesta: "Por suerte ahora con este gobierno todo
está renaciendo. Acá hay mucha felicidad, muchas ganas de trabajar y de
luchar".
Finalizada la arenga, con un tono más coloquial rindió cuentas a su
tribuna de los actos donde participó durante la semana. Las únicas
cuentas que rinde a sus seguidores. Y al pueblo.
"LA PLAZA ESTÁ VEDADA PARA TODA MANIFESTACIÓN"
Finalizada la pacífica ronda de Madres-Línea Fundadora, se comenzó a avanzar hacia la Casa de Gobierno. Tarea algo complicada porque en la
mitad de la Plaza de Mayo se han colocado de manera permanente altos
vallados, debiéndose ingresar por Avenida Rivadavia o por Hipólito de
Yrigoyen.
El ingreso es sencillo si un individuo o dos quieren pasar, no así un
grupo porque los policías apostados impiden avanzar: "¿A dónde van? Son
demasiadas personas. No pueden ingresar todas."
Nora de Cortiñas explicó a los uniformados que querían entregar una
nota en mesa de entradas de la Casa de Gobierno. "Imposible -dijo el
hombre- La plaza está vedada para toda manifestación".
"No es manifestación. Queremos entregar una nota", reiteró Nora.
"Sólo es una nota", reforzó la Madre Elia Espen.
Pablo Pimentel se sumó: "Señor, vamos a ir caminando".
Las voces de reproche de los acompañantes se agregaban porque los
policías se mantenían firmes: "Tenemos órdenes de no dejar pasar".
"¡Pero acá entran autos, colectivos, público, todos entran, señor!", fue el reclamo unánime.
El uniformado repetía: "Yo entiendo pero tengo orden de no dejarlas pasar".
"Señor -pregunta esta cronista-, en la plaza aún está la señora Hebe
de Bonafini con su grupo, ¿también tiene la orden de no dejarlos
pasar?". Sin respuesta. "¿Quién le da la orden a usted señor?".
Silencio.
La situación estaba tensa y los policías llamaron a su superior.
Llegó el subcomisario de la Seccional Segunda, quien reiteró el
impedimento y Nora de Cortiñas nuevamente arremetió: "¿Somos
delincuentes nosotras?". Y un coro solidario acompañó su frase con
distintos matices.
La discusión ya era desigual y la lógica pretendida, absurda. El
subcomisario aflojó: "Está bien. Puedo llevar a una comisión de quince
personas".
"Que sean veinte", replicó de inmediato Nora de Cortiñas. "¿Quiere
hacer veinte, abuela? Hacemos veinte. Una Madre y veinte
representantes", dijo el hombre.
El subcomisario dio la orden y dos policías corrieron el vallado.
"Uno, dos, tres, cuatro.... Veinte. Listo. Cerramos el vallado".
El grupo más numeroso se quedó detrás de las rejas y aplaudieron el
ingreso al grito de "¡Madres de la Plaza, el pueblo las abraza!".
De pronto aparecieron guardias de infantería protegidos con sus
escudos y clavando sus borceguíes en el pavimento se apostaron en la
vereda de la Casa de Gobierno.
"¡Mirá. Nos custodian como si fuésemos delincuentes! -se indignó
nuevamente Nora- Ayer lo vi por televisión a Gerardo Martínez al lado de
la presidenta de la Nación. A él sí lo dejan pasar. Participó como
agente del Batallón de Inteligencia del Ejército 601 durante la última
dictadura militar, permitió que compañeros de él fueran desaparecidos,
torturados y ahora forma parte del poder de la Argentina".
Con paso apresurado, los representantes de los organismos de derechos
humanos y pueblos originarios llegaron a la Casa Rosada. Una nueva reja
impidió el ingreso al edificio y se renovaron los ruegos.
Un policía fue a la mesa de entradas y regresó con el responsable del
área, quien tenía la intención de recibir la nota detrás de las rejas y
allí terminaba el trámite. Nuevas discusiones porque había que
recepcionar la solicitud colocando sello y firma en presencia de los
firmantes. "Sólo una persona puede ingresar a entregar la nota", dijo el
hombre. "No -respondieron varios-. Deben ingresar los firmantes".
Pablo Pimentel renovó sus protestas: "Esto nunca pasó. Es muy grave.
No nos dejaban ingresar, nos acompañó una comisión de infantería y ahora
no podemos pasar a entregar la nota".
Las explicaciones y discusiones se reiteraron hasta que finalmente
permitieron el ingreso de tres Madres, de Miriam Liempe y de Aldo
Etchegoyen.
Al día siguiente, los organismos defensores de derechos humanos
difundieron un comunicado de prensa titulado "Custodiados, entregamos la
nota en Casa Rosada", donde relataron las peripecias para entregar su
pedido de audiencia a la primera mandataria.
Lo que preocupa de esta situación, es que si es tan complicado
presentar una nota en Casa de Gobierno, cuanto más será que otorguen la
audiencia. Habrá que insistir y resistir. De eso, los integrantes de
organismos defensores de derechos humanos y los pueblos originarios
saben mucho. Pero también están agobiados. Félix Díaz ha dicho muchas
veces: "Ya no sabemos qué más hacer".
La solución está en manos de un gobierno que se proclama popular y defensor de los derechos humanos. Deberá demostrarlo.
Buenos Aires, 3 de septiembre de 2012
Fotos: Reinaldo Ortega y Equipo de Comunicación, Secretaría de Relaciones con los Pueblos Originarios. CTA Buenos Aires.
Fotos: Reinaldo Ortega y Equipo de Comunicación, Secretaría de Relaciones con los Pueblos Originarios. CTA Buenos Aires.
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